Cafetería Torre Esmeralda

La siguiente entrada fue escrita hace más de cinco años así que es probable que esté desactualizada.

¡Vaya otoño atroz que estamos teniendo! ¿eh, muchachos? Parece que apetece más amarrar una mantita y graparla al sofá con nosotros dentro que adentrarnos en las desapacibles y salvajes calles de esta ciudad a degustar tortillas por doquier. Pero aún con todo, nos debemos a este noble fin y proseguimos aunque lentamente la elaboración de esta enciclopedia de la tortilla coruñesa, magno volumen que en el futuro se estudiará en las más importantes escuelas de hostelería del país o por lo menos en el instituto de Los Puentes. Sea como sea y viendo estos tifones que nos aqueja, nuestro impulso de aguerridos catadores nos llevo a LA TERRAZA de la cafetería Torre Esmeralda una tarde de este noviembre recién estrenado con el objetivo de catar y valorar.

Aspecto: Tortilla tosca, despeinada. Un tarugo prominente en medio del plato que provenía probablemente de una tortilla con la que podrían haber comido doce curas. Un destello rojo nos indico que algo había de ingrediente ya que como todos sabemos las tortillas no sangran, a excepción de aquellas cuya cocinera es especialmente nerviosa.
Jugosidad: Jugosidad extraña pero conseguida. Sin estar líquida ni pastosita bajaba perfectamente y sí, su jugosidad era rica y atrayente.
Sabor: Abran la boca que empiezan las hostias. Estaba rica más trae un maletín lleno de peros. El primero es la presencia de cebolla sin avisar, algo que contribuye a su jugosidad (viejo truco) pero también a que se granjee enemistades entre gente que saborea la cebolla con incomodidad. Los trocitos rojos de «algo» solo servían decorativamente porque debía haber uno y medio en la tapa que pedimos y no aportaba nada. El resto, bien, normal. Sin reseñar.
Precio: Al comensal esta vez lo invitaron (¡diablos!) y no puedo averiguar que precio tenía. Intuimos que no mucho.
Tamaño: Decente. Una lástima que midiera más de alto que de largo, ya que se hizo más complicada de comer.
Otras observaciones: Esta tortilla nos dejó con el culo torcido. No estaba mal, estaba regulera, era rara. El servicio eso sí, excelente. Y la terraza bajo el diluvio universal muy propia.

El veredicto es…

Nota final: Mirad, no voy a hacer cálculos porque ya lo sé de memoria. Un 4.5/10. No es una tortilla para enseñar a las visitas, es para salir del paso.
Lo mejor: Su altura. Su presencia imponente. Sus toques mágicos de rojo.
Lo peor: Ese sabor bueno pero inquietante que te pincela la boca de cebolla y te hace olvidar que ibas a decir de la tortilla. ¿Qué tortilla?

Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
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Cafetería Torre Esmeralda está en la calle de la Palloza número 3.

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