Pues ya estamos en agosto. Un mes de jaranas, un mes de pasar calor y si hay suerte pegarse un chapuzón, un mes que trabajar toca un poco más la moral de lo habitual… pero nada que no se pueda sobrellevar, por ejemplo, a base de helados que solo se pueden tomar en verano. Aunque ahora que lo pensamos, ¿eso ha cambiado, no? Ahora venden helados todo el año, ¿no? Pues a disfrutar de este hito del progreso humano mientras os recordamos otra cosa que también se puede comer todo el año (aquí algún coñitas metería un chiste pero nosotros no somos tan soeces): las tortillas, como esta del Café Bar Cristal.
A Os Castros le han puesto un ascensor gigantesco desde la Avenida de la Concordia. La obra es pa gustos, pero la verdad es que subir esa cuestita, más aún en verano, ya puedes ser valiente o tener mucha necesidad de hacerlo. Nosotros lo hicimos aquella vez que subimos al Eche o que hai y casi nos quedamos en el sitio. A veces estamos en casa y nos vienen remordimientos y decimos: «no podemos ser tan vagos, hay que ir a los sitios más inhóspitos que seguro que ahí están las mejores tortillas, como están las moras más gruesas en el recoveco más inaccesible de las zarzas» (toma poesía) pero por otro lado, que fácil es decirlo y que complicado hacerlo. Que igual dentro del depósito de agua de Eirís hay también un ambigú criminal que te sirven tapas directamente a la boca pero de momento no tenemos las nalgas para tanta escalera.
Total, que estaréis sorprendidos de que nosotros, adalides del deporte y del paseo, de llegar allá donde el hombre haya llegado antes y puesto un bar estemos haciendo apología absoluta de la pereza sofacera pero todo tiene un sentido y es que esta vez: ¡hemos vuelto a pedir a domicilio! Y lo hemos hecho no por pereza (jeje) si no por recordaros que si alguno pilla el COVID, la viruela del mono o cualquier nueva enfermedad fantasiosa, hay un montón de locales que siguen enviando comida a domicilio y por supuesto tortilla. Que un par de toses no sean excusa para no darle a vuestro cuerpo alegría y tortilleo.
Aspecto: Morenita muchachita, duele perder a quien se quiere amar. Pero esta tortilla no es tan guapa como los integrantes de UPA Dance, es más bien tirando a feocha. El tostado superficial no es una apuesta estética y cheira a fume pero una mala tarde la tiene cualquiera.
Jugosidad: Y si lo de fuera está tostado era de prever que lo de dentro estuviera hecho. A pesar de esto y de su tez gruesa, pasa bastante bien.
Sabor: Buena temperatura. Patata probablemente nueva, grande y blandita. A ratos, por su hechura, se vuelve algo desmontona y polvorienta, con un huevo muy escaso que se desmigaja. Es casera. Creemos que puede haber una cebolla lejana, algo escasa, pero el toque dulzón también puede ser por el tipo de patata. Densa pero se come a gusto.
Tamaño: Tocha, tocha. Ya de hecho al cogerla nos sorprendió su peso. No os quedaréis ni tú ni el resto de los comensales con hambre.
Precio: 13€
Otras observaciones: Buen servicio hasta casa y otros platos sabrosos en la carta.
Y el veredicto es…
Nota final: Bajar desde el Café Bar Cristal con esa tortilla hubiese sido factible pero subir la cuesta de la Concordia con ella en brazos ni en broma. La tortilla del Cristal es densa, grande y rotunda. Una proporción muy alta de patata frente a huevo y ni medio centímetro cedido al líquido (últimamente nos encontramos todas así) hacen que sea una tortilla para comer ayudada por otros seres vivos. De sabor decente, sobre todo para los que agradezcan un toque dulzón, esta tortilla coquetea con el taruguismo pero hace un pincho bien sabroso. Quizás no seamos nosotros los mayores fans del cuaje, por eso le daremos solo un 6/10
Lo mejor: Tamaño y precio. Una apuesta segura para poner de primero en un picnic.
Lo peor: Tiene que salir de la sartén antes y tiene que tener más huevo, venga. Sin estar mala acaba por decirnos poco. A los amantes de la tortilla bien hecha seguro que les gusta.
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El Café Bar Cristal está en la calle Fariña Ferreño en el número 6
