Encerrados en lo más oscuro de nuestras casas, aferrados a una manta de doble vuelta, preguntándonos cuando dejará de llover y volverá a lucir el sol por nuestras calles… A veces hasta recordamos que hubo una época en que se podía salir a la calle sin ser en una zodiac y comer tortilla para vosotros, como el día que fuimos a La Sastrería.
La zona de la Plaza de Vigo en el otoño se nos asilvestra y bien que nos gusta. Eso de sacar a pasear el carrito del bebé o un conjuntito de Bimba & Lola, un perrito de esos blancos que crían como moscas de las plantas en las zonas más pudientes de Coruña con abriguito de Burberry o un bronceado de algún país exótico que lucir en las terrazas… todo eso queda olvidado al menos hasta la primavera. Y normal, porque con el suelo así de mojado alguno/a se arriesga a dar un traspies y cargarse trescientos euros en lujos asiáticos y primeras marcas contra el suelo. Cuando no al pobre perrito del abriguito de Burberry.
La Plaza de Vigo, resbaladiza y agreste, con la época de lluvias se hace cancha de niños y niñas sin miedo que bajan a jugar truene o diluvie, de botelloneros románticos que se agolpan bajo la cristalera a calentarse las noches frías, de perros que están deseando mojarse bajo la mirada resignada de sus dueños y también ¡de nosotros! tortilleros aguerridos que pese al viento y a la lluvia seguimos tortilleando semana a semana para seguir pegándole bocados a la gran tortilla que es Coruña. Que somos frioleros, sí, pero preferimos ponernos tres jerseis antes de dejar de tortillear.
Sabe a queso. Jugosa. Tiene quesazo. Lo hace jugosa derretido. El huevo no sabe. La patata fina desaparecida. Buen servicio. Sabor que se clava. Sanwis de queso. Pan peleón.
Aspecto: Hacía tiempo que no nos encontrábamos este formato tan socorrido: la clásica minitortilla. Un beneficio que suele tener esta variante es que está recien hecha pero esta vez ya habíamos visto que nos saludable desde la barra. Redonda, rotunda, brillante así nos la chantaron en el plato.
Jugosidad: Hay un condicionante que determina todo comentario sobre su jugosidad pero como está relacionado con el punto siguiente no lo comentaremos aún. ¿Nuestro calificativo para la jugosidad? Fundente.
Sabor: Primer bocado: sabe a queso. Segundo bocado: esto tiene queso. Tercer bocado: sabe demasiado a queso. Y así es. Esta tortilla sabe a un quesazo fuertísimo y encontramos que el huevo y la patata están absolutamente desaparecidos en cuanto a sabor. Claro que es jugosa, como una mozarella. No sabemos si es lo habitual en el bar pero a nosotros nos cogió por sorpresa. Si ahora nos dicen que encima no lleva queso se nos caen los cataplines al suelo.
Tamaño: Estándar de una minitortilla, aceptable.
Precio: 2€ que viene a ser un poco el precio estándar de una minitorti.
Otras observaciones: Muy buen servicio pero un pan bien peleón. Sabemos que es un sitio donde lxs celíacxs pueden comer con garantías.
Y el veredicto es…
Nota final: No os negamos que La Sastrería es un sitio que nos gusta. Hemos cenado alguna que otra vez y hemos tomado unos vinos más que alguna que otra vez. Cuando vimos que había una tortilla en su barra deseamos con todas nuestras fuerzas que fuera un tortillón. Pero no fue el caso. El sabor a quesazo nos cogió completamente a contrapie y la tortilla se nos hizo larga y poco satisfactoria. No podemos aprobarla y le damos un 3.7/10
Lo mejor: Es posible que tenga fácil solución.
Lo peor: Sobredosis de queso (¡y eso que nos gusta mucho el queso fuera de una tortilla!)
Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
La Sastrería está en la calle Emilia Pardo Bazán en el número 36.