De vuelta a la zona de la Plaza de Vigo, donde el ciclo de vida de establecimientos con tortilla es continuo. Locales que nacen, crecen, reproducen sus tortillas para que se nos reproduzcan por doquier las lorzas y finalmente mueren, bueno, cierran. De las cenizas de aquel Esmorga del cartel azul hoy tenemos al Mil Aromas (Café y Arte) que ya lleva unos años dando de desayunar y merendar a la peña tostada de la zona.
Nos suena eso del arte, nos suena haber visto obras expuestas en sus paredes y que, de vez en cuando, organizan una feria del vinilo. Y oye, eso está muy bien. Sin embargo, no nos atrevemos a valorar esa disciplina: lo nuestro es el arte de la caza y captura de los cientos de tortillas que se esconden en cada recoveco de la ciudad y ya con eso nos llega.
Ultimamente se hace difícil este deporte entre tanta condición atmosférica cambiante. Llevamos una semana de conciertos por la ciudad en la que hemos pasado frío en la playa, calor en las plazas, insolaciones en las matinales y lluvias torrenciales en el Campo da Leña. No nos ha echado para atrás, hemos visto moreas de conciertos y hemos aprovechado para picotear tortilla por aquellos bares que no habíamos pasado (aunque estando tan cerca la Leonesa o el Montefurado también han caido algún que otro fabuloso bocata). Y ahora que las fiestas tocan a su final, recuperando un poco la salud de tanto trote y deseando que se instale el sol para que podamos pegarnos un maldito chapuzón de una vez por todas, sacamos hueco entre baile y baile para sentarnos y seguir contandoos a qué saben los platos de esta noble ciudad. Vamos a por ello.
Aspecto: Se ve desde las mesas la tortilla expuesta como una tarta. Cuando cae al plato luce buen color y un interior homogeneo y cuajado.
Jugosidad: A ver, cosas que tenemos más claras que el agua. En la portería Dani Giménez, en el cubata dos hielos (tres es jugar en modo fácil) y en el plato tras la tapa un poco de huevo que podamos mojar. Desafortunadamente la tortilla del Mil Aromas no cumple con esto. De cuaje intenso y esponjosa, se va deshaciendo y necesita líquido para poder bajarla. Lástima. No sabemos si tenerla cortada ya en el mostrador ayuda a que se seque.
Sabor: Algo sosita, se nota el sabor del aceite y la sobrepresencia de una patata que no aguanta el corte y se hace polvo. Por lo demás tampoco tiene fallos extraordinarios (si no considerais como tales los peros del principio de este punto) y se deja comer.
Tamaño: Escaso, sobre todo teniendo en cuenta su precio.
Precio: 1.90€
Otras observaciones: El Mil Aromas es pequeño y resultón, tiene un tocadiscos sonando y el servicio es bueno. El trozo de pan también es decente y grande.
Y el veredicto es…
Nota final: No es que nos disguste la tortilla del Mil Aromas pero con un nombre tan evocador esperábamos acabar embelesados. Lo que nos encontramos fue una tortilla normal, muy cuajada para nuestros paladares y que por tamaño tampoco tenía un precio ajustado. Y aunque sabemos que en la zona es habitual que se suban a la parra con los precios, hace poco menos de un año lo dejastéis bien claro: casi 2€ es mucho. Sumando todo esto le damos a esta tapa un 4.8/10 que no le llega para aprobar.
Lo mejor: Nada en especial, que se deja comer.
Lo peor: Vamos a poner por delante la relación calidad/precio a su jugosidad.
Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
El Mil Aromas está en la calle Marcial del Adalid en el número 8