Cuentan las leyendas que cuando nuestro Señor Tortillero descubrió que los habitantes de la Tierra en su desmedida y pagana obsesión por retar a las deidades estaban construyendo una tortilla que llegase hasta el cielo se puso muy furioso y los condenó a no entenderse ya jamás. De ahí surgieron los amantes de la tortilla con cebolla, aquellos que solo comen paisana, otros con una insana obsesión a rellenarlas de cosas con mayonesa y alguno que la entiende mejor si lleva un poco de choricito. Y de ahí, per secula seculorum estamos condenados a tratar (sin éxito) de entendernos.
Nosotros también tenemos claras nuestras preferencias pero intentamos servir de nexo entre nuestros hermanos tortilleros para tratar de atar lazos que nos unan en la causa en vez de quemar los puentes que nos separan. Con este objetivo fuimos a la Cafetería Babel, al final de la calle Caballeros que desemboca en la rotonda de Monelos, a hacer algo que no solemos hacer: comer tortilla con chorizo.
Aspecto: Ya nos habían avisado que era lo que quedaba y la verdad esperábamos un trocito pequeño, casi residual, del que quejarnos amargamente. Pero no, aquella tapa era imponente, se le veían sus horas de vida, su cortecita y su chorizo asomando. Aunque su aspecto era ya algo ajado nos entusiasmó que no escatimasen en tamaño.
Jugosidad: Escasa, no por mala combustión de la tortilla sino por ya haber recorrido largo territorio. Algo secota estaba, sí.
Sabor: Rico, la verdad. El chorizo se nota muy sutilmente y los trozos brutos que llevaba dentro (algo en lo que no escatimaron) se podían apartar fácil. Quizás no gane un Master Chef pero llena el buche y saca del apuro.
Tamaño: Ya lo han visto. Imponente, grande, soberano. Así da gusto. Que no se escatime. Buena tortilla y buenos trozos de chorizo.
Precio: Saquen las calculadoras. Una cocacola, un poleo menta y una tapa = 4.40€. ¿Le calculamos sobre un euro y medio? Ya sé en qué están pensando: quien carajo se pide un poleo menta en pleno siglo XXI. Y con toda razón: los caminos del Señor son inexcrutables.
Otras observaciones: Buen pan, buen servicio y al parecer una carta de tortillas más amplia que sin duda volveremos a catar. ¡Ah! Y nos suena que algunos días ponen unos pinchos buenos con la consumición.
Y el veredicto es…
Nota final: Siempre es cruel agarrar a una tortilla a horas intempestivas ya que no le dejas oportunidad al lucimiento. Es mala suerte aunque, para evitarlo, siempre pensamos que lo mejor es hacer más y más pequeñas. O incluso individuales. Sea como sea, esta tortilla era grande y no estaba mala. La única pena era que estaba en sus horas de vida. La del Babel se quedará con un 6.4/10 que seguro que cualquier día de estos sube si vamos a mejor hora.
Lo mejor: Grande, potente. Para amantes de los chorizos y no los que pueblan el Parlamento.
Lo peor: Algo seca, con corteza. No soporta bien el paso de las horas. Pero para gustos oigan. Por eso el Señor nos hizo a todos diferentes.
Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
Babel está en la calle Caballeros número 49.