Como castigar a un hijo que se porta mal, así nos duele a nosotros tasar una mala tortilla. Bueno, rectificamos: nos encanta lapidar un mazacote de un sitio abyecto, donde un camarero de malos modales te la lanza en la mesa con un pan como piedra y encima te cobra por encima de su precio. Ahí nos venimos arriba, nos entra un gustirrinín al llegar a casa y cascarle un suspenso que nos hace rejuvenecer varios años de vida. Pero qué hay de estos bares voluntariosos, buenos, en los que notas que la tortilla seguramente no sea su fuerte y diciendo «no es su fuerte» me refiero a que mucho tienen que cambiar el sistema para que nos volvamos por allí a catarlas ¡Eso es como suspender a un alumno que se esfuerza! Luego pensamos que bueno, una tortilla es algo sencillo de hacer y que ofrecerle una al cliente que esté quemada o fría no atiende a un esfuerzo sin recompensa, si no a una falta de respeto hacia la persona que quiere tortillear. O que en la cocina haya alguien con unos gustos muy raros. Os evitamos las sorpresas, uno de ellos es el Bar Olímpico (especialidad en cafés), una de las desgraciadamente pocas banderitas que tenemos clavadas en Montealto. Ahora veremos la crónica del fallo.
Aspecto: Bueno, yo que quereis que os diga: fea. Cuando la trajeron parecía que esos trozos negros eran setas, pero no, era patata requemada. Mal punto.
Jugosidad: Muy escasa. Corchuda. Llevaba preparada al menos desde el pleistoceno por la mañana.
Sabor: Pues si a la escasa jugosidad y a la textura del corcho le añadimos que la patata quemada amargaba toda la tortilla mal vamos hasta aquí… Una tortilla que no hay por donde coger.
Tamaño: No todo va a ser malo: era un buen trozo, generoso y abundante. Pena que no fuera de algo bueno.
Precio: Ajustado al tamaño y al espíritu inicial: 1.50€.
Otras observaciones: Vamos a contarlo todo. El servicio es excelente, nos pusieron un pinchito, tienen varias tortillas disponibles (chorizo, con cebolla, sin cebolla –aunque todas tienen pinta parecida y prehistórica), el pan es abundante y fresco pero desgraciadamente la tortilla tiene algún incómodo inquilino capilar como aquel del otro sitio y eso es delictivo…
Y el veredicto es…
Nota final: No tiene solución. Esta tortilla de annus horribilis se lleva un 2.5/10 con mucha pena. Seguro que la idea era buena y desde luego tiene mucho márgen de mejora pero lo que es por ahora tiene errores imperdonables. El resto del bar puede estar bien.
Lo mejor: Nada bueno se puede decir respecto a la tortilla. Solo se salva el bar y el abnegado servicio.
Lo peor: Se equivocó el/la cocinero/a como se equivocaba la paloma. Esa tortilla no se puede comer. Aconsejable también cocinar con redecilla en el pelo.
Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
El Bar Olímpico está en la calle de la Torre número 78