Viaje al fin de Los Castros: al acabar la senda ciclista que arranca en San Diego y cuando las piernas no nos dan para enfrentar the long and winding road hasta la playa de Oza y As Xubias, hay ahí un bar con terraza que ofrece sus tortillas y un nombre que nos suena un poco lejano en este otoño gris: Café Sol y Mar.
Porque esa foto soleada se dio en otro tiempo pretérito, no creais que el Café Sol y Mar se ha convertido en un garito clandestino que incumple las últimas restricciones a la hostelería (y nosotros a su vez). No, lo estamos haciendo bien y esforzándonos al máximo para que podamos volver al tapeo tradicional cuanto antes. El esfuerzo no implica que nos privemos de tortillear, si acaso lo hacemos más, porque ya hemos perfeccionado la técnica de llevarnos tortilla para casa y la última semana nos hemos cortado bien poco del pinchito de mañana/mediodía/tarde/noche. Sobre el nuevo sistema, aunque no es tan guay como poder consumirlas en el local, os lo tenemos que recomendar encarecidamente por dos razones. La primera es apoyar a la hostelería y evitar que muchos de ellos tengan que echar el cierre. La segunda es que siempre hay que mantener las reservas tortilliles en nuestro organismo en un mínimo, que una carencia en ellas puede dar lugar a antojos letales.
Hoy nos toca pasearnos por una zona en la que no nos solemos prodigar pero que tiene muy buen material. Y es que una vez que hemos visto el estanque de San Diego, hemos mirado que árbol somos en el calendario celta (yo soy un abedul, sea lo que sea que significa eso) y hemos echado una carrerita cochinera por el paseo paralelo a la vía del tren, algo de fuerzas hay que recuperar. Y mira, el Aquarius no nos acaba de encajar para recobrar nutrientes. Mejor una tortilla.
Aspecto: Se ve venir un tremendo taponcio que además acompañan con un pinchito de tortilla para la comensala que decidió pasar. Sobredosis de tortilla en la mesa, como más nos gusta. Su aspecto es bello y apetitoso. Una tortilla rotunda y sin trampas.
Jugosidad: No hay huevo líquido, se desmigaja pero no ofrece excesiva resistencia, se parte fácil. No está hecha de más pero sí que sale algo pastosa, agradece acompañamiento. También deja soldados caídos a los que se puede salvar y dar buen sepulcro con el generoso pan.
Sabor: Mezcla homogénea de patata algo dulce esmagada con un huevo sin nada reseñable. Llama la atención que, a pesar de ser la 1 del mediodía, ya está fría pero es posible que sea porque la conservan (como obliga la ley) refrigerada. Que estamos bastante mal acostumbrados a que ciertas normas se pasen por el forro. Bien por ellos, que siempre podemos pedir un toque de microondas. De sabor es una tortilla estándar, se intuye una cebolla lejana, un toque coqueto de sal. Está bien, cumple sin tener un sabor inolvidable y hay un matiz de algún ingrediente extra que se nos escapa y puede ser del aceite en el que se ha hecho.
Tamaño: Alrededor de 1/5 de una tortilla grande bien gruesota. No comes, es que te cuesta luego llegar a casa y comer. Así te lo digo.
Precio: 1.80€ el kilo de tortilla.
Otras observaciones: Pan grueso y bueno, de migaza. Muy buen servicio.
Y el veredicto es…
Nota final: La tortilla del Café Sol y Mar alimenta y entretiene porque un ratito te lleva acabarla. Tiene un precio adecuado y hasta ahí podemos leer. Es una tortilla normalita, sin fallos relevantes pero bastante cuajada y con algún toque que no podemos distinguir y no nos agrada. Especialmente adecuada para comilones que les vaya a sentar mal el vino y quieran hacer cama, nosotros la acostamos con un 6.4/10
Lo mejor: Grande, ande o no ande.
Lo peor: Podríamos hablar de que nos gustaría más jugosa pero la verdad es que no es para tanto. Quedamos a la espera de desentrañar los secretos de algún toque de su sabor.
Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
El Café Sol y Mar está en la Ronda Buena Vista en el número 34