Las épocas navideñas son en ocasiones una bellísima oportunidad para recordar el verdadero significado de estas fiestas y visitar aquellos lugares que mejor representan estos valores. Sí, hablo de El Corte Inglés. En estos tiempos convulsos en el que los estandartes tortilleros de A Coruña se tambalean (¡La Bombilla cambia de propietarios! ¿Qué haremos sin esos amabilísimos camareros?) y que el viento y el frío no dejan que alguien de una delicada constitución (a pesar de un poderoso estómago) se mueva mucho más lejos que de su barrio, pues vamos dejándonos caer por el imperial Corte Inglés y en vez de comprar un cucurucho de castañas nos acercamos a una cafetería que una vez, oh ábranse los cielos, nos puso en esta magna ciudad de escatimes en aperitivos, unos pinchitos de gratís. Haciendo esquina en la calle Ramón y Cajal, enfrentada al complejo sacacuartos del Centro Comercial Cuatro Caminos y El Corte Inglés, ahí está, ahí está viendo pasar el tortilleo: Cafetería Alcalá.
Aspecto: Cobriza, morocha, su tez morena promete una patata rasgadita y sabrosa. Ustedes saben de lo que hablo. Ese interior que se adivina ya con una patata confudida con el huevo, sin ser líquido y sí meloso. Una tapa vestida de domingo a golpe de jueves.
Jugosidad: No es nada nuevo el que existen varias escuelas de jugosidad. Está tapita marca el plato, lo deja con una ligera huella de su huevo con su cuaje roto en el momento exacto. Le resta puntos una cortecita crujicrocante y gruesa que parece haber sido buscada así para conservar su interior premium contra las embestidas de las horas.
Sabor: Delicioso. Saladito. Sugerente. Te agarra de la corbata y te lleva a su terreno. Una tortilla para tener un affaire siempre que ella quiera. Pese a no estar recien hecha se defiende casi igual. Se devora en un pispás.
Precio: Justísimos y meridianos 1 euro y mitad.
Tamaño: Decente, normal, estándar. No deja lugar a la queja.
Otras observaciones: Terracita, buen trato y pan fresco. Que viva la Navidad, coño.
Y el veredicto final es…
Nota final: Bam bam bam, Ana Belén y Victor Manuel le cantan un 8.22. Porque somos así de gilipollas.
Lo mejor: El saladito. Ese truco ancestral que tienen algunas tortillas que hace que adores cada gramo de sal cual yonki con la drogaína. La jugosidad. Una tortilla que te atrapa.
Lo peor: El abriguete de crujicorteza que le cascaron a tan magna tapa. ¿Se le habrá endurecido el carácter tras tantos catadores que no se la han llevado a casa? Volveremos seguro para comprobar si es un hecho eventual.
Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
Cafetería Alcalá está en la calle Ramón y Cajal número 51.