Como bien sabéis, es imposible practicar el tortilleo terracero durante este periodo. Ahora comenzarán a abrir los locales y saciar nuestro hambre pero para recobrar el ritmo tortillero al que estábamos acostumbrados aún tendremos que esperar. Como en tiempos de guerra todo agujero es trinchera y en nosotros el apetito no remite, seguimos estudiando alternativas que nos sirvan para ir matando el gusanillo. Lo de las tortillas precocinadas del supermercado ya hemos visto que es algo desastroso pero nos han contado que hay una que se salva. Hablamos de la tortilla de La Cocina de Senén, que podéis encontrar por ejemplo en el Hipercor.
En un territorio hostil y poco acostumbrado a halagos su fama le precede. Robin Food ha dado su visto bueno, la OCU la ha situado en lo más alto de su ranking de tortillas precocinadas y El País la ha recomendado en su sección Buena Vida. Una de dos, o Senén ha tirado de billetera para comprar críticas por la internet adelante o realmente este producto se diferencia del cartón ondulado amarillo que nos suelen encalomar. Hay algo que tener en mente antes de pasar a la crítica: Senén González, chef del restaurante Sagartoki de Gasteiz ha ganado el galardón a la mejor tortilla de España en 2001 y 2010 y ha cosechado tres segundos premios. No quiere decir que sepa transmitir su saber hacer a un producto manufacturado pero al menos habremos de reconocer que algo de tortilleo controla.
Enfrentarse a una tortilla precocinada no tiene nada que ver con degustar una tapa en un bar. El pan, el servicio, el ambiente del local y que el producto que vamos a consumir sea único e irrepetible, son todo factores que modifican y determinan nuestra experiencia gastronómica. Por eso, una vez más (y sé que somos pesados…) hace falta poner en valor todo el trabajo de los hosteleros que nos sirven sus platos a diario, nos gusten más o menos, y que son uno de los sectores más perjudicados en estos tiempos inciertos. Que se preparen que cuando volvamos a la normalidad vamos a devorar todo lo que haya en sus vitrinas.
Sin embargo nos parece mala idea estar en contra del progreso. Por muchos motivos (y diversas circunstancias personales de cada uno) sería un grandísimo avance que pudiéramos disfrutar en nuestras casas de una tortilla precocinada de cierta calidad. No va a sustituir nunca ni las que cocinemos nosotros (salvando las distancias con la torpeza de cada uno) ni las que podamos consumir por ahí, pero mira, si nos podemos dar un caprichito un día que estemos vagos y no tener que inducirnos el vómito después, pues algo habremos ganado.
Aspecto: Lo primero que nos llama la atención, ya en el momento de comprarla en el supermercado, es que es una tortilla CONGELADA. Un escalofrío recorre nuestra espina dorsal. Si siendo un producto «fresco» de nevera ya había llegado a altas cotas de la repugnancia, ¿qué arcadas primitivas podría causarnos una tortilla que encima pudiéramos conservar durante meses (¡o años!) en nuestro frigorífico? Nos encomendamos a la virgen del Rosario para no necesitar más tarde un lavado de estómago y contribuir al colapso de la Sanidad. Como además de glotones somos imbéciles, no leímos el paquete hasta que nos atacó el hambre. Así nos enteramos de que era necesario descongelarla unas horas antes. No pasa nada: Senén es misericordioso y permite tambien cocinarla congelada o descongelarla en el microondas. Todo suena super apetitoso. Este era el aspecto demencial y desesperanzador que nos encontramos al sacarla de la caja.
¡Vienen dos! Eso explica el precio un poco abultado. Cuando la volcamos en la sartén como mandaban las instrucciones, este horror primitivo es el que nos encontramos…
Una masa uniforme y puede que viscosa que pretendía ser un producto destinado al consumo público. De repente, el coronavirus no nos parecía la mayor amenaza que tendríamos que combatir este año. Hay que reconocer que poco a poco (y si se siguen las reglas escrupulosamente) ese ente inquietante va cobrando una forma bastante más apetecible hasta alcanzar el aspecto de la foto principal de este artículo, el cual valoraremos ahora. ¿Qué pinta tiene? Pues inesperadamente bueno. Parece una minitortilla de esas que hacen en los bares por 2€ en sarten pequeñita, se ven tostaditos, jirones de huevo como si fuera encaje, materia no del todo uniforme, color de este planeta… Vale que puede recordar a una de esas tortitas japonesas pero bueno, que nos ha sorprendido. Hemos de decir que ayuda usar la sarten para hacerla también por los bordes.
Jugosidad: Madre mía el futuro y la tecnología, que vamos a definir una tortilla precocinada con otra palabra que no es tarugo. Sí que es cierto que la tortilla de Senén es más pegajosa que jugosa, pero al menos no necesita que la empujemos garganta abajo con un objeto alargado. Deja algún restito, no llora huevo, pero en su descargo hemos de decir que no sabemos si el mojeteo en este tipo de tortillas es legal (o igual ni posible físicamente).
Sabor: La cata sucedió en un estado de obnubilación viendo los límites que ha traspasado la humanidad. Si bien el aspecto nos valió (hemos visto cosas mucho más feas) y la jugosidad es aceptable, la verdad es que de sabor… está bastante bien. De temperatura bien (nos ha jodido), la patata completamente destruida y asimilada con el huevo, el toque de sal es apropiado y por lo general se trata de un bocado muy palatable. Sabe a tortilla, que no es poco. El recuerdo en boca no desagrada y no notamos diferencia entre la que descongelamos en microondas y la que cocinamos directamente congelada. No se puede destacar ningún ingrediente sobre otro pero dudamos que, a menos que se vaya predispuesto, esta tortilla disguste a nadie que sea consciente del tipo de plato que va a consumir.
Tamaño: Pues de tapa minitortilla, suerte que vengan dos. Diríamos apropiado (y cómodo). Sirve para un tentempié, no para cenar.
Precio: 5€ el pack de dos sin cebolla. Quizás algo cara de primeras pero entendemos que se paga la calidad en este formato.
Otras observaciones: Hay más variedades esta marca con distintas licencias artísticas: con cebolla, con queso, con morcilla e incluso una del doble de tamaño. Es posible que en alguna variante hasta la vendan con la sartén incorporada. La preparación fue sencilla, incluso venciendo el miedo que tuvimos al principio a arruinar este producto misterioso. Si se sigue lo establecido en la caja es difícil que salga mal. Dos buenos puntos a su favor: no tiene gluten y la lista de ingredientes muestra que tampoco le han metido porquerías de regalo (prácticamente solo huevo, patata y aceite ¡bien!). Por cierto, las croquetas de Senén no están nada mal.
Y el veredicto es…
Nota final: Hemos encontrado una tortilla precocinada que se puede comer. Nada que ver con una hecha al momento y habría que ver si mejor que una hecha con patatas de bolsa pero resulta perfecta para irse de camping o para matar el mono en casa. Quizás gane aún más enteros con cebolla. Nuestro veredicto es que el ser humano es maravilloso y que menudos inventos se sacan de la manga los vascos: la tortilla de Senén ¡está buena! A años luz de cualquier otra que puedas comprar en un supermercado, os invitamos a que le deis una prueba a ver qué os parece y os juramos que no nos han pagado para que lo digamos. Se queda con un 6,75/10, todo un logro.
Lo mejor: ¿Te apetece una tortilla y no moverte del sofá? Pues aquí la tienes. Y está bien. Nos ha costado Dios y ayuda ser capaces de llegar a este punto como especie.
Lo peor: No es una tortilla cocinada, jamás lo olvidemos. Quizás nos hubiese gustado un poco menos pegajosa.
Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
La tortilla de La Cocina de Senén está a la venta en distintos supermercados en la zona de congelados, por ejemplo, el Hipercor
Buenísimas tortillas, pero sobre todo servidas con la máxima profesionalidad y cariño. Destacar an Isabel, lo profesional y atenta con todo el mundo, pendiente de todo, en un día de locura como hoy 23 dic en Pozuelo. Una suerte contar con profesionales asi. Feliz Navidad