Estamos contentos. Los pajaritos cantan, las nubes se levantan y el runrun del verano ya empieza a sonar en las conversaciones. Nosotros que lo esperamos como indios con la oreja pegada al suelo, celebramos poder ir dejando el abrigo en casa. ¿Y qué mejor manera de celebrar estos días de sol que darnos un paseo hasta el centro y tomar algo en un local llamado O Ceo?
Que el centro está en constante transformación es un hecho y a nosotros nos da algo de pena. No, no nos da pena cuando peatonalizan calles, cuando plantan árboles (rara vez esto, parece que es más fácil de plantar el asfalto), cuando cuidan los parques para que esté todo precioso. ¿Que si nos gustaría también que cuidasen otros barrios que están un poco más lejos? Pues claro que nos gustaría, pero qué sabremos nosotros de urbanismo. Pero de lo que queríamos hablar era de los locales del centro, que tienen la esperanza de vida de un cucaracha coja. Cada vez que pasamos por la Galera parece que hemos vuelto a la ciudad tras un lustro: la mitad de locales son nuevos.
Nos da pena porque entendemos que la hostelería es un trabajo sufrido y difícil de mantener y que detrás de esa renovación constante se encuentran proyectos que no terminaron por llegar a buen puerto. En los barrios, el mismo bar puede durar décadas y sagas familiares sin que cambien ni la carta de tapas pero a medida que te acercas a la Dársena existe una rotación que donde ayer había un gastrobar mediterráneo, mañana hay una marisquería de nombre artificialmente enxebre y al siguiente día cocina fusión experimental, las tres con nombres y propietarios distintos. Todas las propuestas son buenas pero algo se estará haciendo mal si ninguna tiene continuidad. Y con esta reflexión superficial que ya da algunas pistas, afrontamos la crítica de un local de esos que juraríamos que ayer no estaba ahí.
Aspecto: Buen color en el diseño. Asoma un poco de jugo.
Jugosidad: Es cuajadita pero acaba por bajar bien.
Sabor: Buen punto de sal, alta probabilidad de huevina, fría, quizás algo aceitosa pero aceptable sin alardes. De zafarrancho y sin fallos, sirve para tirar.
Tamaño: Minúscula, un pincho digno para por ejemplo un escarabajo pelotero que haya desayunado fuerte.
Precio: Exagerados 2€, 0.20€ más en terraza y la que es con cebolla también tiene un plus.
Otras observaciones: Como comentamos hay con y sin cebolla. También las tienen grandes (¿serán formato tapa de verdad?). El servicio es atento pero está sobrepasado, la tortilla llegó casi cuando valorábamos irnos. Nos pusieron callos.
Y el veredicto es…
Nota final: La reflexión inicial era intencional. En charlas cuñadeando hemos pensado si realmente la culpa de ciertos locales del centro la tienen alquileres por las nubes o quizás que ciertas inversiones solo están en manos de gente que igual sabe mucho de economía y poco de hostelería. Lo que sí sabemos es que sea la culpa de quien sea, son legión los locales de este tipo: precios altos, un servicio saturado por falta de recursos, un producto ofrecido muy mejorable e incluso poca comodidad para el cliente que allí consume. Y sin ser nosotros gurús de los mercados, no parece que estos sean los ingredientes para el éxito. En la experiencia comiendo la tortilla de O Ceo parece que encontramos un poco de todo esto y, con razón, no podemos hacer otra cosa que suspenderla con un 4.4/10. La codicia, sea de quien sea, acaba por romper el saco.
Lo mejor: Es una tortilla normal, sin fallos grandes.
Lo peor: No vale la pena. En ello se resume lo peor que le puede pasar a un plato: preferir dejarlo pasar.
Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
O Ceo está en la calle San Andrés en el número 29