En Coruña tenemos montes. No se ven porque están sepultados bajo el asfalto pero a cualquiera que desde el nivel del mar le hayan mandado a la calle de la Merced sabe que Os Castros en llano no están. Y nosotros también lo sabíamos pero sacamos nuestro espíritu sherpa para ir de una vez por todas a O Rincón de Juan, un lugar por el que nos habíamos pasado hace mucho tiempo (sin tomar tortilla) y no nos ha quedado otro remedio que volver después de que nos lo recomendaséis por activa y por pasiva.
Os somos sinceros: estamos acabando el año un poco como la situación nos permite. Entre el tiempo desapacible, la oleada de contagios, las últimas compras, preparar comidas, etc… pues poco tiempo al tortilleo nos queda. Y también que después de tanto turrón y polvorón (amén de otros platos que los preceden) intentamos por lo menos en el periodo de entreguerras entre fiesta y fiesta cuidar un poco la alimentación. Para el año 2022 tenemos el firme propósito de llegar a las 400 tortillas catadas en la ciudad. Si no echamos a veces un poco el freno no llegan las 400 tortillas ni nosotros.
Pero para qué os vamos a engañar; seguimos siendo larpeiros e incapaces de, aunque estemos en una gasolinera tomando un café templao, no echar un ojo al mostrador por si hubiera un plato ocupado por esta mezcla fundamental de la cocina patria consistente en batir huevo con patatas dentro. Así que además de la crítica de hoy, esperaos para las próximas semanas de resaca seguir viendo desfilar tapas de tortilla por esta nuestra/vuestra página. Tenemos alguna idea más para el año que viene que esperamos que os guste pero además tenemos un llamamiento que solemos hacer de cuando en cuando y aprovechamos este final de año para repetir: ¿conocéis alguna tortilla que creais que, por mala o por buena, deberíamos probar y no lo hayamos hecho aún? ¡Pues contadnosla! ¡Que guardarse secretos es malo para la conciencia! Contactad por cualquier medio o red social con nosotros (incluso en los comentarios de esta crítica) y las añadiremos a la lista de recomendaciones, que cada vez es más pequeña. Y ahora sí, sin más preámbulos, saboreemos la tortilla de Juan.
Aspecto: Una tortilla para ti y para tu primo. La mesa se resintió cuando posaron el plato. No se ve jugosérrima pero sí casera.
Jugosidad: Y en efecto no era jugosa. Una tortilla que hay que roerla por densa. Ayuda una cañita y una mandíbula fuerte pero nada excesivamente problemático.
Sabor: Calentita, bien patatera, se vence por desgaste. Buen punto de sal, buenos ingredientes. Tradición castellana, quizás más vistosa en formato pincho (nos hemos sentido culpables si por nuestra culpa hemos dejado al resto del bar sin ellos). Se nota la buena mano, esta tortilla es difícil que disguste a nadie. Queremos repetir.
Tamaño: Un cuarto de tortilla grande, no recomendado si hay que cenar luego. Tremendo.
Precio: 2.50€ absolutamente justificados.
Otras observaciones: Nos pidieron disculpas por no tener pan así que de eso no podemos hablar. El servicio excelente.
Y el veredicto es…
Nota final: Una tortilla que sale a asustar, grandota. Un plato imponente y criminal que te pone a dudar como abordarla. Una tortilla de madre de esas que quedan de madrugada para que resucites al volver de la troula. Y claro, cómo va a estar esa tortilla si no es buena. A nosotros nos ha convencido, le damos un 7,9/10 y te avisamos de que si la catas no cuentes con cenar.
Lo mejor: No se andan con chiquitas en El Rincón de Juan. ¿Querías tortilla? Pues toma dos tazas. Un tamaño excepcional.
Lo peor: Un poco más de juego en el huevo para que ayude a su deglución le vendría de perlas.
Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
El Rincón de Juan está en la Travesía Montiño en el número 2