Muchos de vosotros os estaréis llevando las manos a la cabeza. Es comprensible. Estaréis leyendo el nombre del sitio que corona esta crítica dos o tres veces, preguntando al de al lado «pero este no es el del…», habéis ido a comprobar a internet si efectivamente la carta del sitio es la que esperabais y tras frotaros los ojos habeís soltado un WTF, o un «qué diantres» o la interjección que tengáis más a mano en vuestra casa. Porque sí, hasta en el sempiterno Rogelio, casa herculina que lleva llenando las arterias de los coruñeses de bombas calóricas las últimas decadas, sirven nuestro plato favorito.
Es posible que no sea de lo más solicitado. Ya cuando estaba en la Praza das Atochas o ahora en la calle San Roque lo que farda de su carta son los bocadillos guerrilleros y caníbales, que usan toda su ferocidad en entrar directos al estómago de los comensales que acuden al lugar (y no es fácil). Pero los coruñeses podemos aguantar un Rogelio y siete más. Porque mezclar tortilla, filete, lechuga y tomate (guerrillero número 4) o criollo y patatas fritas (caníbal número 8) entre pan y pan es algo que tras unos largos en el Orzán entra casi del tirón. Eso sí, al lado de uno de estos bocadillos nuestras tapas de tortilla parecen un pincho de palillo.
Nosotros, que creemos en aquello de comer con moderación (cuando lo logramos), consumimos los bocadillos rogelianos muy de cuando en cuando. Solo cuando los merecemos. Y esta vez, por aquello de dejar algo de hueco para saborear a gusto la tortilla, nos conformamos con acompañarla de una hamburguesa normal, que ya le llega. ¿Sería la tortilla igual de potente que un guerrillero? Veamos.
Aspecto: De absoluto zafarrancho. Si los bocadillos no son un delicatessen de gourmet, la tortilla es algo similar. Chata, cuajadota y con ecos tarugueros. Eso solo la pinta, ojo.
Jugosidad: Acertó nuestro ojo clínico y esta tapa vio la jugosidad de lejos, en una película en la tele. Imprescindible bajar con refrigerio. Deja poco espacio para el huevo líquido y mucho para una patata omnipresente.
Sabor: La tortilla viene recalentada, quizás muestra de que hay pocos comensales que apuesten por ella y no tenga un ritmo de salida alto. Poco sabor, porcentaje huevo/patata que recae a favor del segundo y en general una impresión bastante olvidable. No está en absoluto mala y es bastante pasable pero no quedará en nuestra memoria en cuanto acabe su ingesta.
Tamaño: Pequeña, cercana más al pincho que a la tapa.
Precio: Unos coherentes 1.20€
Otras observaciones: El servicio es bueno y el pan también. Y el resto de la carta qué os vamos a contar.
Y el veredicto es…
Nota final: Otros cultivos se dan mejor en este Rogelio del que nos declaramos fans absolutos. No está entre ellos la tortilla, ni falta que hace. Aún así, no deja de ser un pincho barato y muy potable con el que apoyar una comida/cena/merienda, en caso de que uno de sus fabulosos bocadillos nos dejen con hambre (algo que habría que hacerse mirar). Le dejamos un 5.5/10.
Lo mejor: No deja de ser un pinchito barato.
Lo peor: Al que hay que sumarle el precio de la bebida que lo ayude a bajar.
Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
El Rogelio está en la calle San Roque en el número 1.