Hay que ser muy pero que muy perro para dejarse caer por un bar un domingo casi a la noche con ánimo de saquear las tapas renqueantes que queden en la barra. Y lo digo con todo el respecto a los canes. Eso es ir a pillar a la cafetería de turno en sus horas bajas. Es como el profesor que ordena que repita la lección al alumno que lleva hablando media hora. Pero así somos nosotros, implacables, feroces, cabritos, CAÍNES. Un dominical muerto, de los de arrastrarse como un infectado buscando un bar abierto que acoja nuestras carnes morenas por Cuatro Caminos caímos en esta cafetería Riazor, cálida y bonita.
No fueron ni una ni dos las veces las que habíamos intentado con anterioridad que esta cantina nos tortillease y siempre nos encontramos el cartel de agotado. Pero nos la habíais recomendado así que seguimos insistiendo. La expectación generada se satisfizo por fin cuando nos anunciaron que sí, ese domingo incierto a hora cruda tenían aún tortilla para nuestros estómagos quejosos de afrontar lunes inciertos. De Riazor para el mundo ¿tortilla de playa o de Champions?
Aspecto: Bello color y crujicorteza que se avisaba.
Jugosidad: Decente, algo gruesa la coraza, la construcción interior no le permitía mojar.
Sabor: Un buen corte, sabrosita, sin nada reseñable pero había aguantado bien las horas de vida. Aprobó holgado.
Tamaño: Flojo, roñica. Dejó con hambre
Precio: 1.45 oros que nos parecen un precio un tanto raro.
Otras observaciones: Cafetería bonita y tranquila, buen servicio, pan regulero y tortilla dificil de encontrar.
Y el veredicto es…
Nota final: Pues ni fú ni fa. Nos dio un poco de lado. Tortilla de playa sabrosa pero nada que reseñar especialmente. Puede que fuera por ser este domingo infausto pero se lleva un 5.6/10 salvado por la campana.
Lo mejor: Buen sabor, defiende el capeo del tiempo bastante honrosamente.
Lo peor: Escasa, contingente, olvidable.
Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
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El Cafe Bar Riazor está en la calle Concepción Arenal número 21
El dueño va de socialista pero es como Hitler, si el camarero o la cocinera se pasan de la medida esucharas una llorada interminable y el «si no, te despido»
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