Ya septiembre ¿eh? Para los que hubierais aburrido de la previsibilidad del tórrido verano, ¿qué tal estas tormentas monzónicas que duran 30 minutos y luego vuelve a salir el sol? ¡Vienen genial para hacer planes con los que aplacar la tristeza posvacacional! Nosotros ya tenemos en la puerta de casa unas alpargatas y un chubasquero de pescador por lo que pueda pasar, pero nuestro plan siempre es el mismo: papar tortilla. Como por ejemplo esta del Café Carlos (aguantaos la rima, haced el favor)
Con la llegada de las hojas cayendo, las castañas por el bulevar Salvador de Madariaga y su tradicional pelea fraticida entre vecinos por hacerse con ellas (no seremos nosotros los que nos metamos en lo que se lleva la gente a la cazuela, pero juraríamos que no son de las comestibles) y la familia del Xabarín Club que está de turismo por la ciudad estos días (aunque igual son más coruñeses que los churros del Timón) también parece que llegará el final de la prórroga de las terrazas de los bares en las plazas, de aparcamiento y peatonales. Una situación excepcional que se viene alargando desde la pandemia por sabe el señor qué razones misteriosas que nosotros mortales no comprendemos. Lo que les han dicho es que los locales de hostelería deben volver a su situación original y retirar las terrazas de o bien los pasos peatonales o bien las plazas para aparcar. Ojo que vienen curvas y ríos y esperemos que sean de tinta.
Evidentemente, no solo somos en Aún Pillas Tortillas usuarios habituales de la hostelería y de las terrazas si no que somos fans declarados de todo ello como concepto y de la actividad que ahí se desarrolla, pero de lo que somos más fans aún es de poder pasear por las aceras sin necesidad de ir esquivando gente. Y eso nosotros que afortunadamente no tenemos problemas de movilidad (quizás a veces si un vino viene peleón vamos más despacio) pero la gente que tenga algún impedimento para desplazarse, su libertad debe estar muy por encima de la libertad del hostelero a hacer caja. Seguro que es perfectamente compatible el poder transitar por las aceras y seguir manteniendo una actividad económica que les permita obtener beneficios y además, como marca la ley, implique pagar sueldos dignos a tus empleados y respetar su jornada lab…¡uy! ¡pues sí que venía peleón ese vino! ¡mejor vayamos directamente a la crítica!
Aspecto: Arriba con el cubismo. Brillante cual astro, amarillón como una yema. Esta tortilla está para comérsela pero a besos.
Jugosidad: Melosidad perfecta. Familia, hoy se moja.
Sabor: Patata laminada, de corte medio, ofrece un poco de resistencia y un sabor terroso que hace contrapunto con un huevo que se lleva un doce sobre diez. Suave en el trato y de suelo francesero, a los más traviesos quizás les haga falta un poco de sal. Si Stendhal llega a probar esta tapa se queda en el sitio. Nosotros soportamos el embiste ante tanta belleza y nos quedamos degustándola un ratito en la lengua.
Tamaño: No es excesivamente grande, eso es verdad. Deja con ganas de más aunque creemos que pasaría aunque nos comiéramos una tortilla entera.
Precio: Entre 1.60 y 1.80€.
Otras observaciones: El local estaba a tope a la hora del café; se ve que en la zona ya conocen su fama. Aun así, a pesar de la afluencia, el servicio es impecable, majísimo. Ya podía aprender algún bar de, por ejemplo, la calle Picavia. Para redondear la jugada, hay pincho gratis y sí, lo habéis adivinado, puede ser de tortilla. Como curiosidad el local cruza todo el edificio y en las mesas del fondo podéis disfrutar de las vistas a uno de los rincones más mágicos de A Coruña: los apasionantes andenes de la Estación de Autobuses.
⚠️ ¡Alerta, grumetes! Ya hace años que ha pasado la pandemia y parece que nos hemos olvidado de aquellos utensilios que nos acompañaron y nos salvaron el pellejo. Si veis unos botes que expenden un líquido incoloro en cada mesa, no creáis que es edulcorante líquido. Es una sustancia llamada «gel hidroalcohólico» que aplicado sobre el café con leche no mejora sus cualidades organolépticas. Un integrante de este equipo, obnubilado por tremenda tortilla, lo sufrió en sus propias carnes. No nos preocupéis, no tuvo repercusiones para su salud y salió del bar impostando dignidad y rezando porque nadie lo hubiera visto.
Y el veredicto es…
Nota final: Una tortilla de aúpa, un tesoro escondido que solo nos hubiera gustado haber encontrado antes. Esto es lo que pasa cuando se juntan ingredientes de primera con un toque de gourmet, sin necesidad de ponerle apellidos ni cobrarla a más de cuatro euros. Lo del Café Carlos es una maravilla que debería ser norma, pero de momento aquí se queda como secreto entre los vecinos de la zona y las lectoras y equipo de Aún Pillas Tortillas. ¿Que si se va al TOP10? Directo con un 8,97/10
Lo mejor: Después de deshacernos en las alabanzas de arriba poco queda por decir pero vamos a mencionar un aspecto que pocas veces se valora: un trato exquisito por parte del personal del local. Es una satisfacción comprobar que se sirven tortillas de altísima calidad y a precios honestos. Pasarse de mañana por este local y verlo lleno de gente trabajadora disfrutando de este bocata di cardinale es toda una alegría y apela al corazoncito y esencia misma de este proyecto. ¡Viva la tortilla popular!
Lo peor: Alguna queja siempre hay que poner porque te somos un poco ronchas. Nos hubiera gustado un poco más de tamaño. Por esa razón y porque en A Coruña hay otras tantas tortillas de escándalo y no todas caben arriba del TOP, dejamos a unas décimas del sobresaliente a la del Café Carlos. Aun así hemos de reconocer que es una tortilla, sobre todo en horas punta, preparada para los pinchos: normal que prioricen que todos puedan picar a que vengamos nosotros a llenar nuestras glotonas barrigas.
El Café Carlos está en la calle Chile en el número 19