Las franquicias ¡madre mía las franquicias! Son como los políticos: las recibimos con ilusión cuando llegan a esta ciudad, confiamos en ellas a ciegas y al final nos defraudan inevitablemente. Y a nosotros lo que más nos duele en el mundo es que nos defrauden en las paparotas, que nos prometan el oro y el moro y luego nos comamos un tarugón de la era glacial y tengamos que bendecir los alimentos. Eso no puede ser. Desde que en A Coruña van triunfando este tipo de bares, de repente a la tasca Pepe o al mesón Sestelo de Abaixo le han sucedido una serie de sitios de esos que te dejan coger los pinchos en la barra y ponerte tibio a bocaditos.
Por esa parte todo bien. Lo que pasa es que lo que alguno pensó que era una muestra de generosidad inédita por parte del dueño del local, de repente se torna lúgubre y avariciosa cuando un pobre camarero viene a contarte los palillos que tienes en la mesa (en el mejor de los casos) y te cuelga una minuta de la solapa con la que podrías haberle pagado el viaje del paso de ecuador a toda una promoción de ADE. ¿Queríais campechanía, coger comida como si estuvierais en casa de un colega? Pues toma moreno, aquella chistorrita calentita se te va a juntar con las letras del coche (con C, O, C… ok, ya paro).
No sabemos si es franquicia pero el mismo sistema sigue el bar Cuatro Palillos en Fernández Latorre, al lado de Cuatro Caminos. Y de cuatro en cuatro nos metimos ahí, con ojo a ver donde pinchábamos pero con un hambre atroz. ¿Quien acabó más horadado, el plato o la cartera?
Aspecto: Bueno, no era malo pero era un poco de chiste y eso que lo vimos antes de cogerlo. Pequeño y con una tortilla de piel ajada, dañada. Bien le venía una crema de esas que usan los suecos en el polo norte en el anuncio.
Jugosidad: Sí, bien, por dentro jugosita. La crujicorteza se podía salvar pero quizás solo por que lo que venía luego era peor.
Sabor: Bueno. Normal. Sin más.
Tamaño: Una burla. Directamente. Básicamente es algo que en un sitio te pondrían gratis y en mayor número. En la foto se ven DOS de estas tapas/pinchos/loquesea. Deja el hambre intacto, es MUY RESPETUOSO con él. Pero lo peor es que con este tamaño, el siguiente punto…
Precio: Pues 1.50€. Con un par de huevos. Una tortilla mínima que hasta cabe en un trozo de baguette cortado así al bies y te clavan un euro y mitad. Una coña marinera. Insisto, en otros sitios ponen lo de la foto gratis y si van cuatro personas, pues cuatro trozos. Nos costó hacer la foto tres euros. Ni Europa Press.
Otras observaciones: El trato de los camareros es bueno pero en este sitio casi no te regalan las servilletas. Todos los pinchos se cobran, da igual el tamaño y nada es especialmente barato. Pues pal que le sirva, oigan.
Y el veredicto es…
Nota final: Venga ese 3.2/10. Y me ha costado porque eso no lo considero ni una tapa ni pincho ni nada. No debería ni competir. Pero bueno, una raza de un tercio del tamaño de los humanos podría considerar que sí, que es una dosis adecuada de tortilla. Ni para modelos. Si quieren comer tortilla aquí no.
Lo mejor: No sabe mal.
Lo peor: La cara de vergüenza de que te cobren por ese mordisco de tortilla euro y medio. Vayan a cualquier bar de al lado que tendrán por ese precio una tapa. No se confundan.
Cuatro Palillos está en la avenida de Fernández Latorre número 106.
Actualización 06/09/17: Esta tortilla ya no existe más porque ya no existe más el establecimiento que la albergaba. Como comprenderéis, quedamos aliviados de que no sigan estafando a la gente.