El Globo

Se lleva mucho mérito la tortilla matutina, esa que casi se moja con el café y que parece que aplaca las horas más duras de la jornada laboral pero… ¿qué nos decís de la tortilla intempestiva? Esa que sabes que no debes pedir porque luego no cenas, la de puro goloso a una hora ya tardia para la merienda, que casi no das tiempo a que abran la cocina de las 20.00 mientras preguntas puño en alto «¿QUÉ TENÉIS DE TAPA?». Nos vais a permitir que por una vez que subimos a Eirís a probar esa que nos recomendastéis de O Globo, pues no estuviéramos por la labor de mirar el reloj.

A junio hay que llegar con las pilas cargadas, que si no a ver quien anima al Depor y quien salta las hogueras. Nosotros, que ya tenemos la cabeza en esa veranito popular que va asomando la pata entre tormenta y día de playa, tenemos muchas ganas de recuperar alguna de esas sanas costumbres (por ejemplo festejar algo en Riazor) si la viruela del mono no lo impide. Y este es el último chiste que haremos sobre el tema porque también hace 2 años estábamos todos jijí jajá con el virus chino y acabamos comiendo mascarilla hasta las orejas. A nosotros ya no nos la cuelan ya: coñitas las justas.

Lo que si que nos siguen colando, como habréis visto ultimamente en la página, son tortillas terroríficas a precios escandalosos. En esta tesitura no nos puede entusiasmar más anunciar que hoy, por fin, hemos encontrado una de esas tortillas que nos gusta recomendar. Eiris, con sus strawberry fields forever, no se merece menos que seguir reivindicando que con las vistas que hay desde allí y con ese parque para pasear que quita el hipo, mal se tenía que dar para que no supieran cuajar una tortilla. Escocidos por los últimos tarugos y con la vista puesta en el CHUAC por si acaso, afrontamos la deglución de la tapa de O Globo.

Aspecto: No luce en foto como esas que sacamos a pleno mediodía soleado pero la tortilla de O Globo era bonita a ojos de Dios. Se intuía el jogo de un huevo algo baboso y un tamaño generoso.
Jugosidad: Sin bañar en líquido baja fácil. Corteza fritita que cruje.
Sabor: Buena temperatura quizás recalentada pero hemos venido a ponernos finos y el resultado nos da igual. La patata, de corte medio, sabrosa y entre blandita y resistente. El huevo coqueto que la abraza está también a la altura. Conclusión: la mezcla ha resultado ganadora y la tortilla ha ganado de calle el pulso a las horas.
Tamaño: A ratos gruesa y bien cargada, esta amplia tapa quita el hambre.
Precio: Merecidos dos euros.
Otras observaciones: Buen servicio y buen pan.

Y el veredicto es…

Nota final: Darío, nuestro recomendador, hemos tardado ocho años en venir pero hemos cumplido y ojalá haber venido antes. En el corazón de Eiris se guarda este tesoro, una tortilla de bar de toda la vida que se adhiere a los labios y hace que te relamas hasta que sales por la puerta del local. A nosotros nos ha gustado mucho y ya tenemos ganas de volver. ¿Algo más que decir? Pues como en este mundo vil todo es cuantificable y no basta con soltar adjetivos, le daremos analíticamente un 8,2/10.
Lo mejor: Su sabor. Qué pocas veces sale esto aquí, ¿eh?
Lo peor: Necesitamos catarla de nuevo pues no le hemos encontrado fallos importantes. Quizás ¿más jugosa o más barata? Somos unos quejicas.

Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
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El Globo está en la calle Rúa Fray Pedro Payo Piñeiro en el número 7

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