Mesón La Abuelita

La siguiente entrada fue escrita hace más de cinco años así que es probable que esté desactualizada.

En la abuelita de algunos estarán pensando los últimos de Filipinas, esos placeros de Santa Lucía que aguantan mientras se decide qué hacer con esta plaza mítica, única en este 15005 que lo mismo se pone wild in the streets en la Falperra que hace del postureo una religión en la Plaza de Vigo. Ya fue más elegante, porque entre las pollerías y los zapateros, en el último piso, años ha llegó a haber alta costura: desde bolsos de Dolce & Gabanna hasta pantalones Levi’s, gafas de sol y chupas de Quiksilver, jerseys Tommy Hilfiger y Nikes a cascoporro. Como para que no saliera cada fin de semana en el periódico (protagonizando una fabulosa saga de redadas policiales, claro).

Abajo también le daban a la importación: desodorantes y tabaco, más que del trinque trincaos e incluso alguna tienda con electrónica sospechosamente barata. Parecía el mercado de Santa Lucía el recoveco donde arribaban los bandoleros que escalaban los sacrosantos montes del Gurugú a sacarse unas perras con la mercancía «barata y de calidad». Este mercado clandestino se desarrollaba sin frenar el fluir de la plaza, con olor a peixe y gritos de lonja, que lo mismo ibas a por unos quesos y te salías con un par de zapatos de piel. Pero ahora lo que da es un poco de penilla ya que menos de una decena de puestos abren la verja, así que mientras esperamos a que resurja de sus cenizas, cual lubina fénix, a poder ser con negocios legales (aunque podemos hacer excepciones), tortilleamos en un mesón cercano mientras ojeamos en el móvil las ofertas de Aliexpress.

Aspecto: Sin miramientos. Bloque de hormigón amarillo que retumba en el plato. Se presta más a pequeñas cantidades, imagino. Asusta un poco.
Jugosidad: Tarugón otoñal. Secazo con eventuales fogonazos de algo similar a la jugosidad. Hechísima. De todo menos líquida.
Sabor: Esta densísisma tortilla que aguanta dos semanas fuera de la nevera, pese a todo, no tenía mal sabor. Pero vamos, que para empujarla se necesita un palo. Al que suscribe, tremendo mondongo lo dejó medio muñeco y al borde de necesitar una maniobra Heimlich.
Tamaño: Imposible cenar o comer en los siguientes dos días de consumir esta tapa. Menudo trozo (la densidad taruguera ayuda a que parezca más grande, también es cierto).
Precio: Le tasamos entre 1,80 y 2€.
Otras observaciones: Si una tapa es too much, puedes optar por la muestra promocional ya que la suelen poner de pincho. El sitio tiene pinta de no ser especialmente barato. Goza de una fabulosa pseudo-terraza.

Y el veredicto es…

Nota final: Será el final de año que nos vuelve críticos y empezamos a ser más exigentes en nuestras valoraciones pero esté bloque de huevo y patata se queda en un 5 pelao y mil gracias. Básicamente porque su función la cumple, pero también podría servir como tope de puerta.
Lo mejor: El hambre te la quita.
Lo peor: Peligro de muerte si se atraviesa en la garganta.

Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
(Ninguna valoración todavía)
Cargando...

El Mesón La Abuelita está en la calle Antón Vilar Ponte en el número 3.

Deja un comentario