Mesón Os Castros

Abren las terrazas… ¡al abordaje! Desde el sentidiño y la calma, es una alegría ver que los bares vuelven a tener gente (no tanta los bares que misteriosamente han duplicado su capacidad a pesar de tener que reducir aforo al 50%… cousas veredes). Por fin vuelve el ciclo de la vida: las cocinas echando humo, los grifos de cerveza sirviendo cañas, los camareros de un lado para otro y nosotros que el viernes en Matogrande a las 11.45 de la mañana no conseguimos catar una maldita tapa de tortilla porque en todos sitios la habiais acabado. Teniais hambre atrasada ¿eh? No pasa nada, siempre nos queda encargar una entera en algún lugar como el Mesón Os Castros y llevarnosla a casa. Esa de momento no podéis arrebatarnosla.

De aquí a que nos vacunen a todos aún queda, pero parece que este solecito primaveral nos va haciendo olvidar que seguimos en una situación un poco delicada. También nos hace olvidar que seguimos a doce grados que algunxs salimos a la calle sin chaqueta y casi volvemos capaces de albergar una dosis de pfizer ultracongelada en nuestras entrañas. No pasa nada, eso se cura rápido con alguna de las decenas de dosis del caldo que congelamos de los últimos carnavales para irnos inoculando a medida que dure la primavera.

Porque sí algo han dado de si estos meses sin restaurantes ha sido para experimentar con nuevos platos en la tranquilidad de nuestro hogar. No es que estemos preparando nuevas recetas para el laboratorio tortillero pero sí que hemos aprovechado para innovar e intentar atrevernos con platos que no habíamos cocinado nunca. ¿El resultado? Pues echar aún más de menos a los bares y sus cocineros, sobre todo viendo algún accidente que tuvimos que comer igualmente en casa por aquello de la vergüenza. Pero no os preocupéis que ahora que abren la hostelería, por mucho que sea Cuaresma y haya que mantener comidas frugales, nos vamos a resarcir de todos los estropicios culinarios que hemos vivido.

Aspecto: Efectivamente fuimos a recoger al Mesón Os Castros una tortilla y la pinta es la que véis en la foto del encabezado. Sí, siempre desluce una tortilla que hay que encajar en un recipiente de aluminio o una caja de pizza pero aún con todo esta tortilla castrense se veía lozana, de buen color, de patata que asoma y sobre todo casera. El corte, que podéis ver ahí abajo, ya indica que vayamos preparando nuestro mejor pan para zambullirlo en el huevo.
Jugosidad: Y allí lo metimos para aprovechar la baba hermosa que deja esta tortilla a medio cuajar. La mezcla tiende a lo meloso.
Sabor: Aún llegó a casa con buena temperatura. Como adivinamos, esta tortilla es casera, casera. El huevo, sabroso, sabe a huevo, el toque de sal es bueno y quizás lo que echamos en falta es que la patata, que está bien presente, estuviera cortada algo más pequeña y cocinada más blandita. Con todo es una tortilla que se deja morder, hecha en su punto y que además aguanta perfectamente el recalentamiento al día posterior (los entendidos saben que alguna tortilla hasta gana si se toma en diferido).


Tamaño: Buen tamaño, muy razonable, saciante.
Precio: 1o€, más que justos para esta tortilla.
Otras observaciones: Difícil evaluar el servicio en estas condiciones pero la tortilla fue fácil pedirla, fue fácil recogerla y fue fácil comerla. Lo aprobamos.

Y el veredicto es…

Nota final: Si vivís por la zona de los Castros y os gusta comer bien (¿a quien no?) la ecuación es exacta: debéis ir al Mesón Os Castros y pedir tortilla. Buen precio, buen tamaño, buen sabor. Quizás no vaya a entrar en el TOP10 de la ciudad (la competencia es difícil) pero tampoco tiene grandes fallos. Nosotros le damos un 8/10.
Lo mejor: Confiable tortilla. En un mundo en el que los precios sube cada dos semanas encontrar una tortilla que cueste lo que debe costar y esté bien es casi un lujo.
Lo peor: Quizás una patata más discreta o más blandita ayudaría a que sumase algunas décimas más.

Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
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El Mesón Os Castros está la calle Monte das Moas en el número 1

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