Bello Mar

Normalmente, cuando nos recomendáis que vayamos a algún bar es porque defendéis que su tortilla es cuanto menos de notable. En alguna ocasión también nos llega algún mensaje por parte de los propietarios del establecimiento avisándonos que acaban de abrir y que tienen sus tapas dispuestas a que las catemos. Pero a veces, muy pocas veces, el objetivo que perseguís con que acabemos haciendo una crítica es uno bien distinto. Esto pasó con la tortilla del Bellomar.

Septiembre de 2017: el Depor en Primera y nosotros sin mascarilla. Para que veáis de qué manera vivíamos en un mundo distinto. Nos llega mediante la sección de contacto un mensaje implorando ayuda como aquel que Leia envió dentro de un R2D2: «por favor, id a la cafetería Bellomar, sois nuestra única esperanza». ¿Y qué necesitaba el recomendador (cuya identidad protegeremos) de nosotros? Que fuéramos a este lugar enfrente de la Casa del Mar, probásemos su tortilla y hablásemos de ella. Porque según nos comentaba, estaba mala, mala.

El plan era infalible, nosotros iríamos, daríamos nuestra opinión y quizás de esta manera los de la cafetería se replantearían qué estaban haciendo mal, mejorasen la fórmula y los estudiantes y trabajadores de la zona que la iban a tomar de mañana podrían empezar a llevarse a la boca algo más apetecible. Todos ganábamos y nuestro amigo no tendría que poner la cara para quejarse de ese producto (y arriesgarse a que se la partieran).

A nosotrxs la idea nos encantó y la metimos en nuestra lista de sitios que visitar, a pesar de que sabríamos que sería un esfuerzo tragar esa tortilla pocha. Pues bien, un poco tarde quizás (esperamos, recomendador, que no hayas dejado de ir) y con una pandemia de por medio, finalmente hemos ido al Bellomar a probar su tortilla. Las expectativas puede que fuesen un poco bajas, pero la opinión que sigue es absolutamente sincera.

Aspecto: Pues aunque estábamos bajo aviso, la tortilla no nos tuvo mala pinta. Gruesa y carnosa, en plato alargado. Se ve cremosa y huele rica. Quizás de aspecto algo lánguido pero igualmente apetecible.
Jugosidad: Tampoco falla en este punto. Se traga sin problemas y la patata esmagadísima se va confundiendo con el huevo. La corteza está más hecha, algo bizcochera, pero no necesita de muletas para bajar. Incluso permite cierto juego mojetero al final.
Sabor: Aquí llegábamos a la prueba de fuego y sí que hubo fuego porque venía caliente, caliente. ¿Cómo estaba esta tortilla tan terrible? Pues… buena. Quizás le falte algo de sabor, pero tiene un deje bastante sabroso. La consistencia interior casi de puré ayudada de que el huevo no está del todo cuajado (o huevina, imaginamos) y que no hay una apuesta arriesgada en ningún punto hacen de esta una tortilla fácilmente digerible y disfrutable. No tiene cebolla, no tiene excesiva sal y tampoco es un mazacote. Una tortilla correcta para ser de cafetería, sin puntos que destaquen, pero que aprueba holgadamente.
Tamaño: Bastante amplia.
Precio: 1.50€ (2.80€ con un café)
Otras observaciones: Nos encanta el local: una cafetería de toda la vida ruidosa y ajetreada sobre todo a la hora del café. Tiene una pequeña terraza frente al puerto a la que se le puede sacar partido. El pan es decente y de tamaño justo. El servicio es adecuado a la carga de trabajo que tienen.

Y el veredicto es…

Nota final: Pues veníamos con nuestras armas preparadas para aniquilar a esta tortilla, pero la verdad es que no nos ha disgustado. ¿Será que somos unos blandos y vosotrxs lxs lectores ya solo queréis la excelencia? O quizás hemos tardado demasiado y el personal de cocina ha perfeccionado sus artes. También valoramos que igual cogimos la tortilla «recién parida» y que a medida que pasan las horas envejece muy malamente y cuando llega la tarde no es más que un corcho aplastado. Sea como sea, nos gustaría que aquel recomendador nos diese su opinión a 2021 para ver si coincidimos. Nosotros lo proclamamos valientemente: la tortilla del Bellomar nos ha gustado y le damos un 6.4/10.
Lo mejor: Si el bar de debajo del trabajo tuviera esta tortilla de este tamaño y sabor y nos cobrase tan solo 1.50€ por ella, bien lo sabe la virgen del Rosario que todos los días que bajásemos al café pediríamos que lo acompañase de una tapa.
Lo peor: Es una tortilla de cafetería y como tal conservadora. Tiene amplio margen de mejora (a ser posible sin caer en el taruguismo) quizás jugando un poco con el punto de sal o la calidad de los ingredientes.

Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
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Bello Mar está en la avenida Ramón y Cajal en el número 1

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