Tortilla confinada

Confinada

La última semana reflexionábamos sobre ello: las ganas de tortillear no se van por muy confinados que estemos. Es duro pero es así. Hemos intentado no pensar en ello, llenar el vacío con otros platos, releer nuestras críticas para ver si con eso se nos pasaba el mono (incluso nos queda una por publicar que estamos atesorando) pero no hay tu tía. Queremos tortilla y la queremos ya. ¿Y qué solución hemos tenido que buscar hasta que nos abran las puertas? Ponernos manos a la obra, pelar patatas y preparar una tortilla confinada.

Creednos que esto no entraba en nuestros planes. Porque muy valientes a la hora de rajar de tortillas ajenas pero es entrar por la cocina sabiendo que vamos a ser juzgados y se nos suben los testículos a la laringe. Y es que no podemos ni queremos compararnos a todos esxs cocinerxs con las manos peladas de dar la vuelta a tortillas, a los que ya rara vez se les rompe alguna, que le dan su toque especial y la dejan a medio cuajar y cuando alguien la prueba se le saltan las lágrimas. Incluso tampoco queremos medirnos con todos los arquitectos tarugueros, esos miles de huevos encaminados a construir megaestructuras que no hay dios que trague… también tienen su cierto mérito por conservar su estilo contra la voluntad de los mojeteadores. Pero nosotros, simples mortales, lo que se nos da bien (y muy bien nos atreveríamos a decir) ¡es comer, no cocinar! Vale que tengamos las nociones básicas para no morir de inanición en una situación como esta pero de ahí a que lo que hagamos sirva para se enseñado, pues no.

Entonces os preguntaréis ¿por qué hacéis esto? Pues primero por lo que comentamos arriba: porque ya apetece comer tortilla. Que nos van a retirar el carné de comechones. ¿Y por qué lo publicais? Porque tambien necesitábamos venir aquí y contaroslo aunque el resultado fuese desastroso y entretenernos un rato haciendo la crítica y con suerte, entreteneros a vosotros. Porque estamos un poco en contra de toda esa presión social que existe para que la gente haga cosas creativas o productivas aprovechando la cuarentena. Aquí creemos más que lo que debe hacer la gente  en estos tiempos tan raros es cuidarse y si le apetece escribir una novela hacerlo pero si le apetece vaguear en el sofá y le viene mejor, vaguear hasta que salgan telarañas. A nosotros hoy nos ha apetecido tortillear y compartirlo con vosotros, como siempre hacemos, y de ahí sale esta crítica. Y si a vosotros os apetece también eso de meteros en cocina a ver cómo sale el invento, estaríamos encantados de que nos mandaseis fotos de vuestras tortillas por cualquiera de nuestras redes sociales y nos dieséis envidia. Quién sabe, igual hasta podríamos hacer un concurso… 😉

Aspecto: Redonda y brillante como el emoji de la luna llena del Whatsapp 🌕 (afortunadamente, eso sí, el que viene sin cara). Se nota que no sale mucho de casa que tiene una pinta pálida. Mejor eso que bronceados extraños inexplicables. Se ve algo escasa para las ganas que tenemos pero se aprecia que se ha puesto mucha ilusión al hacerla.
Jugosidad: Delicadísima, suave, de comer con cuchara. Solo se ha cuajado el exterior y por dentro baba pero bien, presta para que mojeteemos. Han utilizado un truco algo perro, le han echado un minúsculo chorrito de agua (no pasarse que luego sale mal) para que cuaje más difícil. Quizás para pincho mañanero (se tomó al café del mediodía) debería haber sido un más taruguer.

Cuarentena

Sabor: Claramente la patata no era la adecuada (patata nueva) y el huevo de oferta del supermercado no es comparable a los huevos caseros. El sabor se resiente bastante por estos dos factores. Se utilizó además un poco de aceite de freir cebollas para que le diese un toque pero apenas se nota. La temperatura era buena, la sal corregía bastante el dulzor y salió un poco aceitosa en algún punto por no haber escurrido bien las patatas. Conclusión: el sabor bastante aceptable pero nos hubiera gustado que tuviera más carisma.
Tamaño: Muy justito, era una tortilla muy fina que al compartirla entre dos personas se quedó en un pequeño pincho.
Precio: La patata saldría por 20 céntimos, los dos huevos por 25 céntimos, el aceite usado se reutilizará y al cocinero nadie le pagó. Vamos a redondear a 0.5€ ¡guau! ¡un precio de escándalo!
Otras observaciones: Lamentable. No había pan para acompañarla, el camarero era el mismo que el cocinero e hizo a los comensales ir a buscar ellos mismos los cubiertos a la cocina. Le preguntamos si tenía otras tapas y nos mandó a la mierda. Volveremos pero porque no nos queda otra.

Y el veredicto es…

Nota final: ¡Aleluya! Primera tortilla que catamos desde hace semanas. Por fin alguien se ha decidido en esta santa casa a ponerse con los fogones. Bien, nos ha servido para quitarnos un poco el mono pero nada comparable a todas esas deliciosas tapas que se hacen en los bares de A Coruña. Eso nos ha hecho echarlos aún más de menos. Quizás vosotros tengais a algún maestrx tortillerx bajo el mismo techo (¡que dios os lo guarde!) pero aquí solo podemos ir tirando. Le vamos a dar, por la intención sobre todo, un 5,9/10
Lo mejor: Jugosa y suave era. Ese toque lo tenía controlado.
Lo peor: A ver si escatiman menos en los ingredientes de calidad y hacen las tortillas un poco más grandes. Confinados vale pero cutres no, por favor.

Y tú… ¿has probado esta tortilla? Nos extrañaría bastante pero si quieres opinar… ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
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La tortilla confinada se puede probar actualmente en todas las casas del país. Solo hace falta un ratito y echarle huevos.

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