Restaurante Aroma Cervecería

La siguiente entrada fue escrita hace más de cinco años así que es probable que esté desactualizada.

Venga, muchachada, que ya está casi ahí el verano. ¿Ya habéis hecho planes? ¿Habéis revisado el calendario de fiestas con los que arrasar nuestra geografía como Gengis Khan? ¿Os apuntasteis los artistas que queréis ver en el Noroeste o estáis calentando manos para las habaneras? Seguro que más de uno se habrá apuntado al gimnasio (ya en la prórroga, eh) para poder lucir tableta Milka y hacer posturitas en Bastiagueiro. Porque gracias a que según dicen Dios era algo vaguete y apoyó la mano por la zona, vivimos en una ciudad que siempre tiene una buena alternativa para los que no pueden o quieren largarse de vacaciones a otra parte. Hablamos de las playas de la ciudad. Que di tú que no se pueden aprovechar todo el año (salvo los intrépidos que se bañan en Las Esclavas aunque salgan los pingüinos con bufanda) pero al menos un par de veces sí que da para remojar los tobillos en alguno de los arenales coruñeses. Ahí ya para gustos: que si Riazor es más conservador, que al Orzán se va a ligar, que si la arena de Las Lapas es el cruel pago por tener esas vistas…

Desde San Amaro hasta Oza en los meses de verano no hace más que oler a crema solar y oirse grititos cuando el agua gélida del Atlántico llega a la zona genital de las gentes. ¡A Coruña es un pueblo a remojo! Y tan a remojo que alguno, no sé si con complejo de garbanzo, pide que le echen algo de enjundia a la boca en cuanto sale para la toalla. Nosotros somos así, para que negarlo, de buscar cualquier excusa para llenar el buche. Y si es después de una jornada playera agradecemos con todo lo que nos da la voz a esos bares que están a tiro de chancla para poder recuperar fuerzas. Hayamos hecho veinticinco largos o vegetado en la toalla. Y si desde el bar donde nos recuperamos, se mezclan el Aroma del mar y de la tortilla de patatas, pues tanto mejor.

Aspecto: Ese lunar que tienes cielito lindo, junto a la patata. Así nos vino esta tapa, con personalidad y una patata que se bronceó demasiado. El resto, como un guiri, blanquecino. Menudo contraste.
Jugosidad: No especialmente bailona pero deshechísima así que bajo como pudo pero lo consiguió.
Sabor: No sabemos si recién hecha pero vino calentita. Algo sosa de trago y algo quedosa en el paladar. Costaba que se fuera. Estaba aceptable, sin alardes que reseñar.
Tamaño: Bastante saciante, no tanto por un tamaño espectacular si no por la propia composición.
Precio: Baratitos 1.30€
Otras observaciones: El pan igual de grande que la tortilla: como si fuera para una boda. Muy buen servicio y mejores vistas.

Y el veredicto es…

Nota final: Quince días para el verano y entre tanto muchas cosas que hacer y muchas tortillas que catar. Esta tortilla aromática no nos desmayó pero tampoco nos olió mal del todo. Le dejamos un 6,2/10 porque no tiene porque decepcionar a nadie. Pero necesita encontrar su magia si quiere ser la reina del verano, claro.
Lo mejor: Muy buen precio para una tapa que quita el hambre.
Lo peor: El sabor no lo recordaremos más allá del próximo baño.

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El Restaurante Aroma Cervecería está en la calle Comandante Fontanes en el número 6.

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