Millo

Millo

Sí, no os habéis equivocado. A pesar de la foto que encabeza esta crítica seguimos haciendo catas convencionales. Tapas de escándalo, tarugos denunciables, pinchos exiguos, hungerkillers que arreglan una cena, tentempiés, meriendas o desayunos. Ese es nuestro target. La de arriba, como podéis intuir, tiene una pinta distinta a lo que os solemos traer pero amigas, en estos tiempos de penurias que vivimos, a veces hay que darse un capricho e ir a cenar, por ejemplo, al Millo.

Seamos sinceros: nuestros paladares son suficientemente toscos como para que alguien pueda argumentar que no inventaron la miel para nosotros. De acuerdo. Pero que nos hagan felices dos huevos fritos no quiere decir que no lo pueda hacer una esferificación. Porque ante todo lo que somos es comechones y a poca cosa le hacemos ascos. Y mientras repasábamos la carta de este local y sus novedosas propuestas culinarias nos estaba siendo arduo elegir un plato u otro. Pero hete ahí que encontramos una mención a «tortilla con callos de bacalao» y como la cabra tira al monte, decidimos que teníamos que probarla sí o sí.

Esta no será una crítica al uso, tampoco entrará a concurso ni optará a un puesto del TOP10. La propuesta de tortilla del Millo se escapa de la concepción de tapa o tortilla que solemos catar y son tantas las diferencias incluso conceptuales de este plato que juzgarlo por los parámetros que utilizamos para medir las demás tortillas harían que la competición se adulterase (estamos todos familiarizados con el término, ¿verdad?). Sin embargo, no quita para que os queramos contar a qué nos supo esta versión de nuestro plato favorito y de paso poner en valor también de alguna forma la universalidad y versatilidad de la tortilla de patatas.

La carta del Millo es estacional así que igual este plato desaparece. Pero quede al menos aquí esta reseña como homenaje a una nueva versión que solo ratifica que la tortilla es un plato vivo y que admite fantasías y experimentos.

Aspecto: Ya comentamos que el nombre del plato es tortilla con callos de bacalao, y estos callos de bacalao vienen coronando la tortilla. Además de esto, la tortilla está bañada en una salsa melosa verde. De tamaño no se ve grande pero sin duda parece apetitosa.
Jugosidad: Máxima, máxima puntuación. Internamente es igual de jugosa que una tortilla de betanzos, no líquida pero absolutamente cremosa. Esto encima se potencia con la salsa que acompaña al plato. Un festin para el pan.
Sabor: Es complicado competir con el sabor del bacalao, que quizás oscurece a una tortilla que podría haberse lucido más. Entendemos que el objetivo del plato ya es este, hacer una buena tortilla hubiera costado mucho menos, pero en el equilibrio de sabores la tortilla, que se intuye sabrosa, lo que más sirve es para atenuar el sabor de los «callos». El conjunto aún así resulta salado y puede serlo demasiado para algunas personas. Huevo cremoso, patata blandita y tortilla delicada y algo lejana pero muy bien hecha.
Tamaño: No excesivamente grande como era de esperar.
Precio: 17€ que tampoco pueden ser evaluados como precio por una tortilla normal.
Otras observaciones: Muy buen servicio, un local agradable para cenar, muy buen pan y otros tantos platos muy sabrosos (la lengua de ternera y la flor de calabacín nos chiflaron)

Y el veredicto es…

Nota final: Si lo valoramos meramente como tortilla tenemos que reconocer que queda sepultada bajo unos callos de bacalao que, aunque sabrosos, son suficientemente intensos como para esconder nuestro plato favorito y rebajarlo a la categoría de guarnición. Si rebuscamos entre los molares vemos una tortilla muy jugosa, hecha con mimo y que sin los callos firmábamos que nos la pusieran en cualquier restaurante. Evaluada como debemos hacerlo, como plato, nos parece una alternativa original y de buena factura que no podemos más que recomendar a todos los tortillers que nos leais, si la dais cogido. Aunando todo esto hemos decidido darle una nota de 7.9/10
Lo mejor: No se suele mezclar por estas tierras la tortilla y el bacalao y la verdad es que la combinación convence. Su jugosidad es de 10.
Lo peor: Nos hubiera gustado que la tortilla se impusiera un poco más en la batalla de sabores.

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Millo está en la calle Cordelería en el número 7 bajo

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