Y desde Montealto pegamos un salto a un sitio no demasiado lejano: una de las múltiples «calles de los vinos», si no la más conocida por ostentar ese nombre. Y es que la calle de la Estrella nos la sabemos de pé a pá y como nosotros casi cualquier coruñés que se precie de serlo. Que no hay que ser muy carroza para recordar los recreativos donde se juntaba la muchachada ahí estrenando el siglo XXI, o las copas en floreros que sirven por Mantelería en A Casiña o la Tasca y en absoluto podemos olvidarnos de esos trozos de carne con los que nos damos un homenaje muy de vez en cuando en el Charrúa y si no salivamos pensando en ellos casi los 350 de los 365 días que tiene el año. Y eso que la calle mide poco, ¿eh? Pero emociones las tiene todas. Que seguro que alguno fue a comprar los cupones al Bar de la ONCE a ver si le traían más suerte.
Lo de visitar el Centro Galego igual lo habéis hecho menos (aunque nosotros fuimos a catar su tortilla) porque aquí en cuanto sirven Estrella ya todo es un centro galego y no hace falta que lo ponga el cartel, pero seguro que os habéis acodado de vermú o de cenita en alguno de los locales que aparecen al doblar la esquina. Raro es pasarse por allí y que cada uno no tenga su opinión. Y tambien es raro pasarse por allí y no encontrar que alguno de los locales de toda la vida ha sido sustituido o remodelado y ahora está recien alicatado, con un nombres distinto, con carta nueva o simplemente con más mesas en las terrazas tragándose una calle en la que ya se hace dificil pasear (y esto, dicho sea, es una vergüenza). Pues uno de ellos atacamos recientemente, O Fogar da Bruxa, que no sabemos si era tan buena como la de Hansel y Gretel que se hizo una casa de bizcocho pero pensando en que no nos gustaría mucho vivir dentro de una tortilla, le pedimos al camarero una tapa, que en ese formato sí que decimos que sí siempre.
Aspecto: Parece breja y gramadita, corte rugoso como una tortilla de esas de millo de chicharrones, pero no, era todo huevo y patata.
Jugosidad: Fritita y labrada, curioso hincapié en hacerla de más que seguimos sin entender en las cocinas de esta patria. Al menos el centro no estaba seca.
Sabor: Tuvo la suerte de venir recien hecha y calentita así que se hizo sabrosa de tacto, todo hay que decirlo. Eso sí, algo más de sal no le venía mal y el huevo nos pareció que tenía un sabor un tanto original. Lo que nos preguntamos realmente es: tortilla crujiente ¿cual es el motivo de esto?
Tamaño: Escaso como un fin de semana.
Precio: Largos 1.80€ como una jornada laboral.
Otras observaciones: Nada que objetar, señor juez.
Y el veredicto es…
Nota final: Pues la meiga ésta no sabemos si es mala pero sus tortillas son bastante normalitas. Un sabor aceptable que se suma a un precio poco ajustado a su tamaño no la defienden en una calle en la que solo hay que girarse para encontrarse con otro bar y tortilla. Le vamos a dejar un 5,3/10 porque mala no está, pero habría que verla con varias horas encima, a ver si no perdía el resto del encanto.
Lo mejor: No está mala, la verdad, tiene su puntito de sabor.
Lo peor: Escasez innecesaria. Corteza crocanti.
Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
O Fogar da Bruxa está en la calle de la Estrella en el número 34.
Actualización 22/03/2023: No sabemos en qué momento desde que catamos esta tortilla esta bruja cocinera desapareció para dejar sitio a otro local que, a día de hoy, se llama Estrella 34 al igual que su dirección. Esperamos que haga algo más de magia y saque unas tortillas un poco más grandes.