Lizarran (Marineda City)

Quién nos mandaría, quién. Sabemos de sobra que en Marineda City no hay tortilla que valga pero cada vez que pasábamos por delante de este sitio pensábamos «es que aquí no vinimos, ¿verdad?» «quizás aquí…» «tambien es injusto decir que las tortillas de aquí son temibles cuando igual…». Así que tuvimos que venir a la segunda planta de este sitio y sentarnos en la terraza del Lizarran.

Así que aquí estamos, en la terraza artificial de Marineda mientras vemos como otro verano tortillero empieza a agonizar. ¿Lo hemos pasado bien? Yo creo que sí. Ha habido muy buenos conciertos, hemos tortilleado a gusto y hasta hemos sufrido las embestidas de las olas tras bajar el infausto escalón de la plaza del Orzán. Hogueras de San Xoan, Habaneras y hasta catas selectas y discusiones enfervorizadas sobre si mejor los helados de la Colón o de la Italiana (y Puerta Real y Bico de Xeado que les pisa cerca). También alguna que otro chaparrón nos ha lavado el coche pero es que esto es Galicia y no sabemos si es arte realmente pero una lluvia de vez en cuando ayuda a limpiar el aire.

De lo que ha habido poco, gracias baby jesus, es de centros comerciales. Quitando alguna jornada de rebajas para buscar bañadores adecuados a nuestra nueva talla de nalgas y alguna sesión de cine, este verano se ha podido aprovechar en terraza. Gracias 2018, no es asunto baladí este. Y los días que nos tocó comer Marineda los intentamos aprovechar a nuestra manera: comiendo tortilla. Aquí tenéis el resultado.

Aspecto: Cara de vieja, pinta de suela de zapato desgastado. Cuando nos dijeron que ponían un trozo grande para compartir se nos iluminó el resto pero al verle la pinta casi nos la pasamos el marrón de uno a otro como si fuese una patata caliente. Pero más que caliente esta patata estaba desgastada.
Jugosidad: El interior no tenía mala pinta pero parecía forrado en cuero. Así era. Esta tortilla si fuera un niño ya sabría montar en bici. Cuesta hasta partirla. Un zapato bien cuajado. Una de las tortillas más secas de Coruña.
Sabor: Recalentadísima hasta el punto que emanaba calor, que podríamos habernos calentado las manos acercándonos como si fuera un ascua. Muy útil en verano. Ni parece tortilla, parece que la han calentado en el horno y le han eliminado todo el sabor. Una patata toscamente engarzada por un huevo totalmente sólido. Ni siquiera sabríamos decir si tiene cebolla. Le acompañan algunos quemaditos que ponen la guinda al pastel.
Tamaño: Sacia de lo interminable que es pero no es un trozo que digamos enorme.
Precio: 2.40€ que hacen sonar la campana de la estafa.
Otras observaciones: El pan era un corrosco de fin de baguette. El servicio, alguna coñita por delante durante la experiencia, deja bastante que desear en cuanto a profesionalidad.

Y el veredicto es…

Nota final: Abandonad toda esperanza: no hay tortilla posible en Marineda. Nada que no supiéramos. Este último atentado perpetrado lo mismo es una tapa que una Chiruca del 40 del pie izquierdo. Sale más barata pero está más seca. ¿La nota? Un 2.9/10 y dad las gracias Lizarran.
Lo mejor: Bueno, nada.
Lo peor: Seca como un bacalao tras unos meses trabajando en una oficina de correos de Valladolid.

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Lizarran (Marineda City) está en la Carretera de Baños de Arteixo número 43.

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