Seguimos alejándonos del centro tras la terrorífica experiencia en los jardines de Méndez Núñez de aquel bar cuyo nombre caribeño no queremos recordar. Aterrizamos de nuevo en la segunda fase de Elviña, que de bares tampoco no puede quejarse, y como al igual que donde hay pelo hay alegría, donde hay bares fácil es que brote el tortilleo. Nosotros, que oimos abrir la verja de un local y ya ponemos la boca como para que nos sirvan la tapa directamente en el hocico estuvimos haciendo lo que más nos gusta en O Lar de María.
Cinco tortillas nos quedan para las 400, que se dice pronto. Que así a lo largo de diez años no parecen demasiadas y que estamos seguros de que vosotros, que seguro sois todos de buen diente, bien que las coméis si os lo proponéis. Pero son 400 tortillas distintas, que no es moco de pavo. Y además de esas 400, las que hemos comido en casa, repetidas, las que hemos acompañado con tantas cañas que se nos ha «perdido» la crítica en algún lugar de la memoria o las que hemos comido fuera del horario laboral, solo por vicio… Vamos, que estas fauces lo que es el huevo y la patata, lo han visto pasar de todas las formas habidas y por haber. Menos mal que el resto del tiempo llevamos una dieta equilibrada y hacemos ejercicio que si no ya íbamos a tener cara de Simpson.
Pero lo importante es que tras esas 400 aún quedan tortillas por catar y nosotrxs, aunque ya habréis visto que ahora llevamos un ritmo más «tranquilo», no tenemos planes de ir parando con el tortilleo. Bien es cierto que cada vez nos cuesta más encontrar tortillas que no hayamos catado (nos vienen de fábula vuestras recomendaciones) pero vemos que lo de los bares es el ciclo sin fin que lo envuelve todo y cuando un local cierra la puerta otro abre la ventana. Y si de esa ventana sale un olor a huevo batido, tened claro que por allí pasaremos
Aspecto: El tamaño es demencial pero no os acostumbréis, el camarero nos informa que nos ha puesto una extragrande porque era la última. Pues caballero, ha sido agraciado (o no) con la visita de Aún Pillas Tortillas, que si hay algo que aprecia es la generosidad. Por el resto semeja cuajadota, casera, delgadita y, claro que sí, apetitosa.
Jugosidad: Y lo que se ve es lo que es. Una factura algo pegajosa, completamente hecha y con un suelo algo tostado. Arregla la jugada un refrigerio en estado líquido pero tampoco se hace taruguera.
Sabor: Gustoso. Una mezcla uniforme, un huevo rico, buena sal y patata blandita, sin trozos enormes. Buena temperatura a pesar de la hora intempestiva que fuimos y unas maneras absolutamente caseras la de esta tapa que debía tener parientes franceses. Nos vale bien.
Tamaño: Enorme pero lo que os decimos, no podéis esperar lo mismo.
Precio: 2€
Otras observaciones: Dan pinchos. El servicio es bueno y la zona tiene animación como la cojas en hora punta.
Y el veredicto es…
Nota final: No necesita una tortilla ser un producto gourmet para resultar competente. La tortilla de O Lar de María es una tapa normal, rica, sin demasiada pretensión ni fallos evidentes que muy dificilmente disgustará a alguien. Mejor para amantes del cuaje, sumará puntos aquellos que huyan de un grosor excesivo. Si estás por el barrio y quieres darle una oportunidad, no creemos que te defraude. Nosotros, que volveremos sin duda, le dejamos un 7,2/10
Lo mejor: La tortilla es un producto de orfebrería al que es difícil cogerle el punto y no cometer fallos. Esta tortilla, aunque tampoco destaca, no los tiene. Bien por ella
Lo peor: Nosotros creemos que un poquito de baile huevil no le hizo nunca daño a nadie.
Y tú… ¿has probado esta tortilla? ¿qué te ha parecido? ¡Vota aquí!
O Lar de María está en la calle Bugallal Marchesi en el número 3